domingo, 29 de abril de 2012

Valió la pena, señora.

Leyendo antecedentes para mi trabajo de grado como magíster, me encontré este agradecimiento, en una de las tesis de grado. Es reciente, de 2009. Tengamos en cuenta que lo escribió un hombre que diseñó un sistema de gestión estratégico para una importante empresa de su país.  Miren lo que escribió en su agradecimiento:

"Agradezco a Dios por traerme hasta aquí, a lo largo de sus caminos impensables. Además, primero y primordialmente a mi Madre. Porque todos los domingos de mi niñez me llevó al parque, así no hubiese dinero para comprar un helado. Desde entonces me ha dado todo a su alcance, sin doblegarse ni un segundo, ni aun en los momentos más difíciles. A esa guerrera incansable le deseo lo mejor."

Con lágrimas de madre en mis ojos, abrazo fuertemente a mi hija. Dejo la investigación un rato, y me dedico a jugar con ella, a reír. Tal vez cuando sea una profesional exitosa, recuerde con amor y alegría los domingos felices de su infancia, junto a su madre que la ama con todo su ser.

Atesoro cada minuto contigo, hija.
Recuerden, cada minuto cuenta y vale la pena. Disfrutemos a nuestros hijos con cada segundo que podamos hacerlo.